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Las mujeres sin hogar, doblemente invisibles

  • eltechoinvisible
  • 28 abr 2020
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 29 abr 2020

OPINIÓN

Laura Mateu


Vivimos en una sociedad patriarcal, donde la tradición ha otorgado a los hombres una serie de privilegios que les da “derecho” a cobrar más que las mujeres, a ocupar cargos más importantes que ellas e incluso a golpearlas. Golpearlas, violarlas y ridiculizarlas. La conocida violencia machista o de género está presente en oficinas, escuelas, hogares… pero esta violencia también invade las calles. Aunque el porcentaje de mujeres sin techo en Barcelona, según la XAPSLL, es solo del 8,36%, sigue siendo la realidad de muchas, una realidad invisibilizada. Incluso ellas, por miedo a ser agredidas sexualmente, intentan ser invisibles y cubren por completo su rostro al dormir para que otros individuos no las reconozcan. 


Para estas mujeres, acabar en la calle es vivir en un constante estado de pánico, una sensación con la que, por desgracia, están familiarizadas, ya que el 70% de las mujeres sin hogar ha sufrido con anterioridad violencia de género. Algunas, incluso, han prolongado la convivencia con su agresor para evitar la brutalidad de las calles. Hay diferentes factores por los que una persona pierde su hogar, pero como han reivindicado en  “El rap de las #MujeresSinHogar muchas de ellas huyen del machismo y acaban en la calle, donde se encuentran con las mismas agresiones y violaciones, solo que en un escenario diferente”. Un espacio que no es seguro para ningún ser humano por infinidad de razones, pero donde las mujeres se sienten especialmente vulnerables, ya que vivir en la intemperie pone en peligro su seguridad e integridad física y, además, hace imposible la práctica de medidas higiénicas optimas y dignas. 

No obstante, antes de llegar a esta situación, las mujeres, a diferencia de los hombres y ahí la razón del bajo porcentaje de mujeres sin techo, explotan todos y cada uno de sus recursos. Acuden a la policía, a familiares, albergues y asociaciones. Cualquier lugar que les haga sentir lo más seguras posible. Muchas de estas asociaciones, como “Lola, no estàs sola” y “Assís Centre d’Acollida”, se dedican exclusivamente a ayudar a mujeres. Les proporcionan un espacio seguro en el que pueden encontrar compañeras que han pasado por experiencias parecidas y donde no tienen que estar en alerta por la posible agresión de un hombre. Les ofrecen un servicio de soporte y las ayudan a seguir adelante. 


Ante esta situación hay que tener claro que el sinhogarismo no se refiere exclusivamente a las personas sintecho, sino que es un concepto que engloba infinidad de circunstancias: dormir en la calle o en el sofá de un amigo, estar en riesgo de desahucio, sufrir violencia machista en casa u ocupar un local para evitar que los servicios sociales retiren la custodia a una madre que, por razones circunstanciales, no puede proporcionar un techo a sus hijos. 


Miles de realidades diferentes, miles de mujeres enfrentándose diariamente a agresiones, violaciones, injusticias, desigualdades, a la brecha salarial. Un problema silenciado por la masculinidad del sistema, pero con mujeres sin hogar dispuestas a luchar.. 

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