top of page

El esfuerzo que visibiliza a las personas sin techo

  • eltechoinvisible
  • 19 may 2020
  • 13 Min. de lectura

Actualizado: 21 may 2020

Marina León y Laura Mateu


Andrea París, voluntaria de la Cruz Roja, nos explica su experiencia en un programa de ayuda para las personas sin techo en l'Hospitalet de Llobregat.



¿Por qué empezaste en la Cruz Roja?

Empecé en la Cruz Roja hace ocho meses con este proyecto para personas sin hogar, bueno sin techo. Me lo propuso un amigo que iba a empezar en el nuevo proyecto de Hospitalet. Me estuve informando, hablé con la coordinadora del voluntariado y me pareció una idea bastante interesante. Es un tema que, sinceramente, nunca me había planteado y decidí probar y ver qué tal. 

¿Hiciste alguna formación antes de empezar?

Nada. Antes de empezar lo único que hice fue una reunión con la coordinadora del voluntariado. Cabe decir que era la primera vez que hacían esto en Hospitalet, en Barcelona lo llevan todo más estructurado y hay muchas más personas voluntarias en este proyecto, que se hace desde hace muchos años.               Fuente: Andrea París


¿El objetivo del voluntariado cuál es?

A ver, es difícil de explicar. El voluntariado no es solo ir. Nosotros cuando llegamos les preguntamos qué tal les ha ido la semana y hacemos un poco de contacto con ellos, que yo creo que es lo que más necesitan. También les damos algo de comida, pero es lo que me dice la coordinadora, al fin y al cabo darles un bocadillo y un caldo, un zumo o un café una vez a la semana no les hace mucho, lo que más les importa a ellos es el hecho de que hablemos, que tengamos  conversaciones, que alguien se preocupe por ellos, el hecho de no sentirse invisibles.


A niveles más legales lo que hacemos es recogida de información de los datos básicos personales: el nombre, DNI y poco más, con tal de que se haga algo. En Hospitalet sólo hay un albergue y recogemos los datos con el fin de que se intenten abrir más o que abran más plazas, porque si consta que hay 50 personas en vez de 20 como en un principio se suponía que había, pues a lo mejor conseguimos algo.  


¿Cuál es la diferencia entre sin techo, sin hogar?

La diferencia entre sin techo y sin hogar es que las personas sin hogar tienen algún sitio donde cobijarse, pero eso no significa que sea una vivienda estable que les aporte la seguridad suficiente como las personas que vivimos en una casa, en una vivienda familiar. Eso no es, por lo tanto, las personas sin hogar engloban a sin techos, es decir, las personas sintecho son sin hogar, pero las personas sin hogar no siempre son sin techo


En Cruz Roja, nos encargamos de gente sin techo, no sin hogar. Es por eso que alguna vez nos hemos encontrado, por ejemplo, el caso de un hombre que vimos paseando por la calle y fuimos a hablar con él y nos explico donde vivía. Al acercarnos allí no pudimos hacernos cargo porque este hombre vivía como en una fábrica abandonada, por lo tanto, tenía techo aunque no hogar.


¿Cómo os organizáis lxs voluntarixs?

Hay que esperar, cada semana sale un grupo.  Como somos 8 voluntarios nos dividimos en dos grupos de 4 y 4 y nos vamos alternando cada semana: el miércoles sale uno, al otro miércoles el otro. Entonces yo mi primer miércoles -que ya era el segundo de los usuarios de la calle- llegamos a uno de los que vive en la calle y de repente nos dice “ya sabía que ibais a venir” y le digo ¿Cómo que ya lo sabías? Y dice “es miércoles y os estaba esperando”. Era el segundo día que íbamos y ya había depositado toda su confianza en que íbamos a venir a la semana siguiente y solo habíamos ido una vez. Que nos esperen hoy en día vale porque llevamos 8 meses, pero la segunda vez nos pareció tan fuerte. 


¿Cuánto rato estáis con ellos y en general? 

El voluntariado suele empezar a las 8 y acabar, en teoría, a las 12, pero nuestra coordinadora sabe que muchas veces acabamos llegando a nuestra casa a la una 1:30. En general podemos estar entre 5-10 minutos con cada persona, aunque muchas veces están por grupos. El tiempo depende mucho si la persona sólo quiere que le demos la comida y ya está o si quieren hablar. Pero normalmente eso, porque tenemos muchos puntos a los que visitar y poco tiempo.

Ahora, con el tema del COVID-19, nos hemos dividido en dos grupos y cada miércoles salimos dos furgonetas lo que hace que la ruta sea más corta y tengamos más tiempo, por lo que a lo mejor nos estamos 15-20 minutos con cada persona. 

¿Cómo fue el primer día que empezaste?

Me acuerdo un montón, sobretodo de algunos casos aislados, pero fue súper fuerte, no me lo esperaba. Yo había hecho más voluntariados y no me hubiese esperado por nada que fuera tan duro. El primer día ya un hombre nos estaba diciendo que si éramos ángeles caídos del cielo, se nos puso a llorar y nos dio las gracias por todo. Y bueno al principio sí que vas a ciegas, obviamente como cuando empiezas con cualquier cosa, pero teníamos una lista que la Guardia Urbana de Hospitalet nos había proporcionado con la gente sin techo de la ciudad. Pero en esa lista deberían de ser unas 15 personas situadas en Hospitalet, súper poco.  Entonces claro, íbamos a los puntos en los que en teoría los guardias urbanos habían dicho que iba a haber gente, pero nada. Los primeros días sobre todo eran muy de conocer gente nueva, íbamos a un sitio y de paso preguntábamos: ¿conoces de alguien? y nos decían: “Sí más abajo en la calle abajo en el cajero vive otra persona”. 


Luego, la otra cosa que me chocó mucho de mi primer día fue que llegamos, estábamos con la furgoneta acabando ya la ruta y de repente como que nos para un hombre, frenamos la furgoneta y nos dice: “yo vivo en la calle y me quiero volver a mi país, ¿me podéis ayudar?” y nosotros le dijimos que eso no estaba en nuestras manos y nos explicó que le habían robado la semana pasada todo, el carro en el que tenía libros, apuntes de todo... yo me paré a pensar y dije, es que para él su vida se resumía en su carro, un carro que le han robado. A la gente le roban un móvil y la preocupación es máxima, pero ellos que les han robado su vida entera quitándoles su carro. 


¿Cuándo empezaste, qué estereotipos tenias que se desmontaron a lo largo de los días?

Obviamente lo típico de que las personas de la calle llegan allí por el alcohol o por drogas o que son gente con la que hay que tener cuidado cuando pases por al lado... Pero después te das cuenta de que son personas como tú y como yo que han llegado a la calle por distintas situaciones. Al fin y al cabo son personas como nosotros, lo único que son invisibles a ojos de los demás.

¿Has descubierto algún patrón? ¿La mayoría que acaban en la calle es por una cosa o cada caso es particular?

Hay como un patrón para la gente de fuera y otro para la de aquí. La gente de fuera normalmente llega aquí con el fin de buscar una vida mejor porque en su país las condiciones no eran las idóneas, o vienen aquí para intentar encontrar un trabajo y un sitio donde dormir. Estas personas, de repente se encuentran en la calle porque el trabajo no les ha ido bien o lo que sea. La gente de aquí muchas veces es por problemas familiares: que sí lo han dejado con la mujer, que si con los hijos se han peleado, que sí… y acaban llegando a la calle. Algunos casos, estos no lo sé porque yo no me he encontrado, pero supongo que también habrá gente que llega a la calle por unas adicciones, ya sea drogas, al juego, etcétera. Pero en general, son problemas de familias o falta de dinero por trabajo.


¿Por qué crees que están estos estereotipos de que llegan a la calle por drogas? ¿Porque para muchxs es la calle la que lxs convierte en drogadictxs, verdad?

Porque la gente que tenemos donde dormir cuando vemos a alguien que vive en la calle y vemos que obviamente ha consumido, tendemos a pensar que está en la calle porque empezó consumiendo, pero si hablas con ellos y te cuentan su situación te das cuenta de que el alcohol no siempre lleva la calles, sino que muchas veces la calle les lleva al alcohol.  Es cuestión solo de indagar un poquito, de interesarse por esa gente, y te acabas dando cuenta que nos es lo que muchas veces se piensa. Y tampoco nos encontramos con un número muy elevado de gente que consume, a lo mejor es que ni la mitad, menos de la mitad. 


¿Os encontráis con más mujeres o con más hombres? 

Hay muchísimos más hombres que mujeres. De hecho, si en nuestra lista tenemos a 50 personas, solo 4 o 5 son mujeres, y que veamos continuamente, solo 2. Las otras las hemos perdido de vista o lo que sea. 

¿Y qué edad predomina en la calle?

Una de las cosas que más me chocaron cuando empecé con esto al principio, yo me imaginaba que me iba a encontrar con gente de 40 o 50 años pero es que nos hemos llegado a encontrar gente de 75 años durmiendo la calle. Hay una mujer con 72 años y ahora últimamente nos estamos encontrando chicos jóvenes,  de 18 y 19 años que están en la calle durmiendo. 

¿Qué crees que lleva a una persona de 18 años a vivir en la calle? 

Casi todos los casos eran chicos. Bueno había también una chica, pero ya la encontramos y está en temas familiares, peleas… Por lo que me han contado ellos, al venir de fuera se han encontrado con que no tienen donde dormir o al salir del centro de menores, no han tenido trabajo y no han podido mantenerlo y acaban durmiendo en la calle. También por el tema del COVID-19 nos hemos encontrado casos de gente que llega aquí, qué es de otro país, con la intención de volver al cabo de un tiempo, pero ahora no se puede salir entonces acaban durmiendo en la calle, pero esos son minoría. Tengo en la cabeza un chaval que vino aquí y ahora no se puede ir y está durmiendo en la calle y otro hombre que vino hace un tiempo y está durmiendo en un coche, ahora pretende volver a su país, pero nada, a ver si lo deportan...

¿Qué momento o momentos recuerdas como más duros siendo voluntaria?

El momento en el que nos encontramos por primera vez a la mujer de 75 años en la calle, me acuerdo que me chocó un montón… ¡es que es una mujer de 75 años! Yo siempre he dicho que si ya es difícil vivir en la calle imagínate vivir en la calle siendo mujer. Además, una mujer de 75 años... podría ser mi abuela perfectamente. 


Había días que no sabía cómo superar lo que había vivido y decidí empezar a escribirlo en una libretita, y ahora cuando vuelvo siempre lo apunto todo. Me acuerdo de una vez un hombre al que le tenemos mucho cariño. Es genial ese hombre y lo vemos cada semana y siempre nos espera. Él vive en una caravana abandonada, no se mueve de la caravana y siempre nos está esperando. Y claro al principio cuando picábamos se pensaba que éramos la policía y le dijimos mira lo que haremos al llegar será hacer tanta tan tan tan tan en la puerta, así sabrás que somos nosotros. Y ahora cuando picamos se pone súper contento porque sabe que somos nosotros. Un día llegamos y hacemos la contraseña, pero fue muy raro porque no abría. Tiramos dos pasos atrás y vemos un cartel que nos había puesto “estoy viendo el fútbol en el hotel”. Nos había contado que algunas veces iba al hotel que hay al lado, donde le dejan ducharse dos veces por semana o así y ver el fútbol. Entonces fuimos y cuando llegamos allí, sin entrar ni nada, desde una venta de un cristal nos vio y bueno esa mirada, esa alegría no la había visto nunca, nadie se alegró tanto de vernos, creo que es como un orgullo, piensan “mira nos están viniendo a buscar”. Se puso súper contento, salió y ya fuimos con la caravana y hablamos como siempre. Ese momento me acuerdo que me emocionó tanto que le dije “Antonio, ¿me puedo guardar el papelito?". 

¿Por qué crees que les pasa esto?

Yo me he dado cuenta de que son gente que, por lo general, confían mucho mucho mucho. Creo que tienen tan poco a lo que aferrarse que a la mínima que ven algo de gente, se fían. Por eso algunas veces nos han contado: “el otro día me robaron, picaron diciendo que era la policía al cajero y al final acabaron robando todo”. 

También me acuerdo de otro día que era en época navideña y nosotros seguíamos saliendo igualmente hacer la ruta y llegamos a uno de por aquí y también llevaba un carro donde tenía algunas cosillas que había encontrado por la calle, me imagino. Y decidió regalarnos cosas, por ejemplo, a una compañera le regaló unas tiras de colorines que se ponen alrededor de los árboles, a otra amiga le regaló como un juego y a mí me regaló creo que era un gorro, era una figurita como si fuera para ponerla en el árbol que era dorada. Cuando me la dio me dijo esto es para que te dé suerte para que te de dinero. Luego pensé, es que me está dando algo que para él es muy importante porque según él esto me va a dar suerte, me va a dar dinero y prefiere dármelo a mí a quedárselo él.  Es muy fuerte lo generosos que son.

Un día estábamos en uno de los puntos de la ruta por los que pasamos cada semana y estábamos atendiendo a los usuarios, que para irse se suelen aglomerar unos cuantos y de repente se acerca otro hombre, un hombre que estaba pasando por ahí, y nos dice: “¿Estáis atendiendo a gente de la calle?, es que yo conozco a un hombre que está en el parking de abajo que duerme en una furgoneta y está muy mal, no puede ni andar ni nada…”. Llegamos allí y la situación de este hombre era estar en una furgoneta, había tenido varios ictus hacía unos años y, por las secuelas, no podía moverse. Nos pusimos en contacto con servicios sociales y se lo llevaron donde tenían que llevárselo.  A veces hay albergues especializados en gente con problemas y la verdad es que se portaron súper bien.  Pero ostras, ¿cuánto tiempo había pasado sin moverse en su furgoneta hasta que coincidimos con ese hombre?. 

¿Cuál crees que es la situación ahora que estamos viviendo una pandemia?

Cuando empezó todo se habilitó en Barcelona en la Fira un espacio para gente sin techo, para que fueran a dormir. Al principio habilitaron no sé si eran 200 plazas, y obviamente, se llenaron en cuestión de horas. Muchos de nuestros usuarios llegaron allí porque les habíamos mandado nosotros y claro pues cuando llegaron allí ya no había plazas.  En la siguiente semana cuando volvimos a ir ya pudimos llevarnos a más gente porque se habilitaron más plazas, pudimos derivar gente desde la Cruz Roja. Entonces muchos llegaron allí pero no se quedaron mucho tiempo sinceramente. Por lo que tengo entendido, es mucha gente aglomerada  y son gente que llevan, la mayoría, mucho tiempo viviendo en la calle. Cuando vives en la calle estás acostumbrado a hacer lo que quieres, a tener la libertad de ir caminando por donde quieres y todo eso, obviamente, cuando entran aquí no se les permite salir. Hay un patio para fumar y todo eso, pero esa es una de las razones por las que mucha gente no quería ir. Otros no querían ir porque son consumidores de drogas y allí dentro no podían, nada más que tabaco y preferían estar en la calle antes que ir allí. También nos hemos encontrado con el caso de una pareja, un hombre y una mujer, que no han querido ir porque han habilitado un espacio para hombres y un espacio para mujeres, no se querían separar. 

¿Qué harías tú para mejorar la situación de las personas a las que atendéis?

Creo que el problema claramente viene de arriba. Si no se les dan las suficientes ayudas que merecen, siguen siendo invisibles. Es difícil porque muchas veces tienen ayudas pero el problema es que no saben cómo acceder a ellas. No tienen la posibilidad de ponerse en contacto con asistentes sociales o no tienen la información necesaria sobre dónde dirigirse para ir a por comida o dónde dormir o dónde ducharse. Entonces, para mí, la información es básica, lo que hacemos nosotros de salir una vez por semana a lo mejor estaría bien que se hiciera más de una vez a la semana con el fin de mantener contacto con ellos, poder explicarles también las opciones que tienen, dónde dirigirse… También pienso que muchos de estos problemas habría que tratarlos individualmente, cada persona que vive en la calle es un mundo y eso se solucionaría con más recursos que pondrían desde los ayuntamientos, no solo desde los voluntarios porque llega un punto que no podemos dar más. 

¿Os habéis encontrado casos en que no quieren hablar con vosotros o daros sus datos?

Hemos encontrado con gente que al principio eran más reacios a darnos su información, a darnos su nombre por varios motivos: algunos por vergüenza y otros por desconfianza. Cuando desconfían es porque se piensan, por ejemplo, los datos que recogemos van a ir a la policía. Nos hemos encontrado con casos que empezaban hablándonos mal porque no querían hablar con nosotros, nos decían que nos fuéramos, nos recogían el vaso de leche y adiós. Después de 8 meses, acabamos manteniendo conversaciones con estas personas y podemos hacer cosas con ellos perfectamente. Aunque de primeras haya algunos que les cuesta más abrirse al final se acaban abriendo. 

¿A qué lugares vais?

La mayoría están viviendo en coches. En épocas de olas de frío muchas veces cierran los bancos, pero por lo general nos encontramos gente en bancos, en algunos coches que están inutilizables y sólo van a ir para dormir o furgonetas. También nos encontramos gente debajo de techos cómo podrían ser el de una Iglesia o el de una portería. Pero en la calle así como tal, al raso, poca gente. 

¿Quieren ir a los albergues?

Hay de todo, pero la mayoría sí. Si no van es porque no hay plazas suficientes en los albergues, esto es un problema muy serio. Hay gente que no quiere pero por lo general es porque no hay plazas. En Barcelona por ejemplo tú vas por la tarde haces cola y solo entras y duermes si has entrado en la cola, ¿qué pasa? que tienes que ponerte en la cola pronto para poder dormir, ponerte pronto en la cola implica no estar paseando por la calle buscándote la vida, buscando dinero, buscando comida… En Hospitalet es un poco diferente, el albergue que hay va por aforo, y es como que si duermes allí no es para un día, normalmente te sueles quedar más por lo que hay lista de espera. 


Hay gente que nos hemos encontrado que está durmiendo en albergues y se les acaba el tiempo allí y acaban volviendo a la calle. También conocemos de gente que ha estado en albergues y el ambiente del albergue no le ha gustado y ha vuelto a la calle por decisión propia. 

Volviendo al voluntariado, ¿has pensado alguna vez en dejarlo?

Al volver de una ruta sí. Sientes mucha presión, impotencia, llegas y te metes en la cama y piensas, yo puedo dormir en una cama pero ellos siguen ahí fuera. Me siento impotente, me gustaría ayudarles más pero no puedo porque tampoco podemos hacer todo lo que nos gustaría y muchas veces por la presión y no saber gestionarlo digo lo dejo, pero al final me acaba tirando más el verlos cada semana, el estar con ellos un rato… 


Es importante saber que todos podemos hacer algo, aportar nuestro granito de arena. Hay que saber empatizar y no tratarlos como si fueran personas invisibles o como si no fueran personas. Son personas igual que nosotros y son personas a las que las circunstancias de la vida los ha llevado a tener que acabar viviendo en la calle, nos podría pasar a cualquiera de nosotras y nosotros, así que ser consciente de eso ya es bastante.


 
 
 

Comments


  • Black Instagram Icon

© 2023 por Ximena. Creado con Wix.com

  • Black Instagram Icon
bottom of page