El sinhogarismo femenino, una realidad paralela
- eltechoinvisible
- 6 may 2020
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Actualizado: 20 may 2020
Tanto hombres como mujeres acaban en las calles por distintas razones y por eso el sinhogarismo es un fenómeno multicausal. No obstante, la mujer, una vez más, queda invisibilizada ante esta problemática. Para entender esta situación es importante hacer hincapié en el término sinhogarismo y sin techo, dos términos que, por confundirse, han participado de la invisibilización de estas mujeres.
Paola Badilla, Andrea Cuerva, Marina León y Laura Mateu
Las estadísticas solo reflejan la cantidad de mujeres que se encuentran en situación de calle (sin techo) o en albergues temporales (sin hogar), por lo que la cuantificación que se ha llevado a cabo hace que el sinhogarismo femenino parezca menos preocupante. Sin embargo, no se contabilizan aquellas que malviven en casa de familiares y amigos, en centros de mujeres víctimas de violencia machista o en lugares más escondidos para protegerse de las adversidades de la calle.
Como muestra el siguiente gráfico, las mujeres mantienen vínculos sociales más fuertes, por lo que agotan múltiples opciones, como habitar en casa de familiares o centros de ayuda a la mujer, antes de acabar en la vía pública. A diferencia de los hombres que pierden todo tipo de relación, una vez sienten que han fracasado.

Fuente: datos estadísticos extraídos del Instituto de la Mujer sobre la última Encuesta sobre las personas sin hogar de 2012
No obstante, en alguno países europeos se ha puesto en marcha una nueva clasificación conocida como ETHOS (European Typology of Homelessness and Housing Exclusion), que tiene en cuenta todas estas variables residenciales y otras situaciones expuestas en el artículo "Las categorías ETHOS y la nueva clasificación del sinhogarismo".
La omnipresencia de la violencia de género
Una de las principales causas que derivan en el sinhogarismo femenino es la influencia de la sociedad patriarcal. Por ejemplo, por el simple hecho de ser mujer, muchas de ellas no van a poder desarrollar un trabajo a jornada completa porque seguirán llevando el peso del hogar, esto generará una mayor dependencia sobre los ingresos de su pareja, a parte de hacer frente a la elevada brecha salarial que existe y, en ocasiones, deriva en quedarse sin hogar.
Además, la mujer sin hogar se encuentra en una situación de triple invisibilidad; persona sin hogar, mujer y víctima de violencia de género, una de las principales causas de que las mujeres se queden sin vivienda. Según el Instituto de la Mujer, un 62,31% de las mujeres sin hogar consideran el maltrato de la pareja a ella o contra las hijas o hijos como una de las causas del sinhogarismo.
Aunque es importante remarcar que estas agresiones siguen existiendo en la calle, este no es un hecho que solo sucede en una situación de sinhogarismo, pero sí hace que las mujeres sin hogar sean más vulnerables y se encuentren con más obstáculos en el camino hacia la búsqueda de un nuevo hogar. En el estudio “Las mujeres sin hogar y la violencia de género: la triple invisibilidad” se demuestra que el 75% de las mujeres sin hogar estudiadas han sufrido violencia de género antes de encontrarse en una situación de sinhogarismo, y el 58% ha seguido sufriendo malos tratos en la calle.
Esta situación de violencia y malos tratos se extrapola incluso a los albergues donde se pueden resguardar. Eloísa es una de las muchas mujeres que ha pasado por esta situación. “Te ofrecen de 5 a 20 euros para que les hagas de todo”, relata. Organizaciones como Lola No Estás Sola de Barcelona velan por la seguridad de mujeres sin hogar que, como Eloísa, se encuentran en una situación de doble vulnerabilidad: la exclusión social y la violencia machista.
Carlos Viniegra, uno de los coordinadores de la ONG Homeless Entrepreneur asegura que las mujeres sin hogar se encuentran “en una situación de mayor vulnerabilidad que los hombres”. Cuando una mujer se encuentra sola en la calle, se enfrenta a más peligros de los que se puede enfrentar un hombre. En contraposición, asegura que las mujeres se encuentran en menor riesgo de vivir en la calle ya que “existen más ayudas para ellas”. Es por eso que en su organización no se hace distinción entre hombres y mujeres, sino que “se ayuda a las personas”. Aun así, igual que el estudio nombrado anteriormente, insiste en que este “no es un problema exclusivo del sinhogarismo”, sino que va más allá.
Barcelona ayuda con perspectiva de género
En Barcelona viven en la calle alrededor de 1.027 personas, el 11% mujeres y, son 2.171 las que lo hacen en albergues, siendo un 24% mujeres, según datos de 2019 de la Fundació Arrels. Normalmente, tal y como concluye el “Estudio sobre la realidad de las mujeres en situación de exclusión residencial” de la Asociación Bizitegi, el resultado de que las mujeres sinhogar sean invisibles es que las políticas de atención a estas personas han sido diseñadas desde la perspectiva masculina, olvidando las necesidades femeninas y los problemas que puedan encontrarse por el hecho de ser mujeres. La higiene básica, las compresas, la adecuación de un albergue para vivir con un menor (que normalmente vienen con ellas y no con ellos) o que sean atendidas por mujeres con las que puedan sentirse agusto y sin miedo, son algunas de las necesidades que se reclaman en el estudio de la Asociación Bizitegi.
Cuando las mujeres llegan a los albergues se sienten culpables, muchas están enfermas, han sido maltratadas y cargan con una mochila enorme donde descansan sus miedos, por eso, en Barcelona, centros como Espai Ariadna-Saliendo del Laberinto o Proyecto Metziners las ayudan a salir mediante la ayuda con perspectiva de género. El Espai Ariadna, un servicio de acogida temporal, se centra en las mujeres sinhogar víctimas de violencia machista, muchas de ellas adictas y teniendo en cuenta a su hijas e hijos. Les proporcionan lo más importante: un espacio seguro que cubre sus necesidades y donde los profesionales están preparados para trabajar con víctimas de diferentes problemáticas.
El Proyecto Metziners, ubicado en el Raval que colabora con una amplia red de negocios locales de la zona, se divide en tres, l’osada, centrado en la integración laboral, la coberta, basado en crear un entorno residencial y de moment, encargado del empoderamiento de estas mujeres, proporcionándoles herramientas de autocuidado, autodefensa y empujándolas a crear vínculos de confianza con otras mujeres, para que sepan así, que han dejado de estar solas.
Dicho todo esto, queda claro que la mujer sin hogar, antes de acabar en la calle, agota todos sus recursos: pide ayuda a familiares o amigos, mantiene la convivencia con su pareja agresora, recurre a albergues… Son situaciones incluidas en el sinhogarismo, un obstáculo en el camino de muchas mujeres difícil de superar por su invisibilidad y los roles sociales establecidos que se rompen. En este momento aparecen los profesionales que dan el soporte social y terapéutico que se acaban de mencionar, y que en la mayoría de los casos son los trabajadores sociales. Según explican los autores Muñoz y Panadero en un artículo de la organización HOGAR Sí, todo este proceso que sufren las mujeres y que puede incluir violencia o experiencias traumáticas, hace que estas “pierdan toda la confianza en sus posibilidades y la que pueden otorgar a los otros”. Además, como también dijo Goffman a finales del siglo XX, es una experiencia que provoca el deterioro de la identidad individual y social de las personas, con efectos graves en su autoestima. Por estas razones, los profesionales, como los del proyecto Metziners, tienen que trabajar aspectos como la dignidad, la autodeterminación y la resiliencia, para potenciar así su empoderamiento y evitar una futura exclusión social.
Es un camino duro, recorrido por un colectivo invisibilizado por las estadísticas y estereotipado por la sociedad. Pero todo evoluciona y el ETHOS, el nuevo método clasificatorio europeo, poco a poco hará visible a la mujer sin hogar, dando a los ayuntamientos y gobiernos nuevas cifras y circunstancias con las que plantear nuevas políticas y programas de ayudas que protejan, hagan sentir válidas a estas mujeres y les den una nueva perspectiva de futuro.
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